Los Antecedentes 1890-1914
El período que antecedió a la Gran Guerra, la conocida como “Belle Epoque”, se caracterizó en el terreno internacional por una creciente tensión entre las grandes potencias. La globalización económica y al auge del colonialismo incrementaron las rivalidades. En ese contexto, una serie de crisis internacionales fueron conformando dos alianzas enfrentadas. El asesinato del Archiduque austriaco Francisco Fernando en Sarajevo en junio de 1914 fue el incidente que desencadenó la primera guerra mundial.
La nueva
política exterior alemana, la Weltpolitik, no
explica por sí sola el proceso que llevó a la Gran Guerra. Para comprender este
camino es necesario que reparemos en otras transformaciones de fondo que van
alterar de manera decisiva el mundo que transitaba del siglo XIX al XX.
El primer
cambio tiene lugar en el contexto de la globalización que estaba viviendo la
economía mundial. El ascenso de Estados Unidos y Japón, significó el paso de un
concierto europeo a un concierto mundial de potencias. Dos guerras en el
tránsito de siglo ejemplifican esta transformación: la guerra
hispano-norteamericana de 1898 y la guerra ruso-japonesa de 1905.
El segundo
cambio vino propiciado por las transformaciones tecnológicas de la segunda
revolución industrial. El dominio de las nuevas tecnologías e industrias
provocó una nueva correlación de fuerzas entre las potencias. La cada vez más
poderosa Alemania comenzó a desafiar la hegemonía británica. Este desafío se
concretó en dos terrenos: la creciente competencia de la economía germana y el
acelerado rearmen naval alemán.
La tercera
transformación la encontramos en la expansión colonial europea de fines del
siglo XIX. La extensión de los imperios coloniales exacerbó la pugna por
territorios y mercados entre las potencias industriales europeas. La
competencia no solo se dio por razones económicas. A menudo cuestiones
políticas, geoestratégicas o de prestigio estuvieron detrás de los conflictos
coloniales.
La primera guerra mundial
La Primera Guerra Mundial, anteriormente llamada la Gran Guerra, fue una confrontación
bélica centrada en Europa que empezó el 28 de julio de 1914 y finalizó el 11 de noviembre de 1918, cuando Alemania aceptó las condiciones del armisticio.
Recibió el calificativo de «mundial»
porque se vieron involucradas todas las grandes potencias industriales y
militares de la época, divididas en dos alianzas. Por un lado, la Triple Alianza formada por las Potencias Centrales: el Imperio alemán y Austria-Hungría. Italia, que había sido miembro de la Triple Alianza junto a
Alemania y Austria-Hungría, no se unió a las Potencias Centrales, pues Austria,
en contra de los términos pactados, fue la nación agresora que desencadenó el
conflicto. Por otro lado se encontraba la Triple Entente, formada por el Reino Unido, Francia y el Imperio ruso. Ambas alianzas sufrieron cambios y
fueron varias las naciones que acabarían ingresando en las filas de uno u otro
bando según avanzaba la guerra: Italia, el Imperio del
Japón y Estados Unidos se unieron a la Triple
Entente, mientras el Imperio otomano y el Reino de Bulgaria se unieron a las Potencias
Centrales. Más de 70 millones de militares, de los cuales 60 millones eran
europeos, se movilizaron y combatieron en la entonces guerra más grande de la
historia.
Hasta antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, esta guerra era llamada «Gran Guerra» o «Guerra Mundial», expresión esta
última que en Alemania comenzó a utilizarse desde su comienzo (Weltkrieg),
aunque solo se generalizó en Francia (Guerre Mondiale) y en el Reino
Unido (World War) en la década de 1930, mientras que en Estados Unidos la denominación se impuso a
partir de su intervención en 1917, ya que allí se la conocía como «Guerra
Europea».
Aunque el imperialismo que venían desarrollando desde
hacía décadas las potencias involucradas fue la principal causa subyacente, el
detonante del conflicto se produjo el 28 de junio de 1914 en Sarajevo con el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria, a manos de Gavrilo
Princip, un joven nacionalista serbio. Este suceso desató una
crisis diplomática cuando Austria-Hungría dio un ultimátum al Reino de Serbia y se invocaron las distintas
alianzas internacionales forjadas a lo largo de las décadas anteriores. En
pocas semanas, todas las grandes potencias europeas estaban en guerra y el
conflicto se extendió a muchas otras áreas geográficas.
El 28 de julio, los austrohúngaros
iniciaron las hostilidades con el intento de invasión de Serbia. Mientras Rusia
se movilizaba, Alemania invadió Bélgica, que se había declarado neutral, y Luxemburgo en su
camino a Francia. La violación de la soberanía belga llevó al Reino Unido a
declarar la guerra a Alemania. Los alemanes fueron detenidos por los franceses
a pocos kilómetros de París, y se inició una guerra de
desgaste donde
las líneas de trincheras apenas sufrirían variación alguna hasta 1917.
Este frente es conocido como frente occidental. En el frente oriental, el ejército ruso logró algunas
victorias frente a los austrohúngaros, pero fueron detenidos por los alemanes
en su intento de invadir Prusia Oriental. En noviembre de 1914, el Imperio
otomano entró en la guerra, lo que significó la apertura de distintos frentes
en el Cáucaso, Mesopotamia y el Sinaí. Italia y Bulgaria se unieron a la guerra en 1915, Rumania en 1916 y
los Estados Unidos en 1917.
Tras años de relativo estancamiento,
la guerra empezó su desenlace en marzo de 1917 con la caída del gobierno ruso
tras la Revolución de Febrero y la firma de un acuerdo de paz entre la Rusia revolucionaria y las Potencias Centrales
después de la Revolución de Octubre, en marzo de 1918. El 3 de noviembre de 1918, el
Imperio austrohúngaro firmó un armisticio. Tras una gran ofensiva alemana a
principios de 1918 a lo largo de todo el frente occidental, los Aliados
hicieron retroceder a los alemanes en una serie de exitosas ofensivas.
Alemania, en plena revolución, solicitó un armisticio el 11 de noviembre de 1918,
poniendo fin a la guerra con la victoria aliada.
Tratado de Versalles
El Tratado
de Versalles fue un tratado de
paz que se firmó en dicha ciudad al final de la Primera Guerra Mundial por más de cincuenta países.1 Este tratado terminó oficialmente con el estado de guerra entre
la Alemania del
segundo Reich y los Aliados de la Primera Guerra Mundial. Fue firmado el 28 de junio de 1919 en la Galería de los Espejos del palacio de Versalles, exactamente cinco años después del atentado de Sarajevo en el que fue asesinado el archiduque Francisco Fernando, (en alemán: Franz Ferdinand) la causa directa de la Primera Guerra
Mundial. A pesar de que el armisticio fue firmado meses antes (11 de noviembre de 1918) para poner fin a las hostilidades en el campo de batalla, se
necesitaron seis meses de negociaciones en la Conferencia de Paz de París para concluir el tratado de paz. El Tratado de Versalles entró en
vigor el 10 de enero de 1920.
De las muchas disposiciones del
tratado, una de las más importantes y controvertidas estipulaba que las Potencias Centrales (Alemania y sus aliados) aceptasen toda la responsabilidad moral y
material de haber causado la guerra y, bajo los términos de los artículos
231-248,2 deberían desarmarse, realizar importantes concesiones territoriales a
los vencedores y pagar exorbitantes indemnizaciones económicas a los Estados
victoriosos. El Tratado de Versalles fue socavado tempranamente por
acontecimientos posteriores a partir de 1922 y fue ampliamente violado en
Alemania en los años treinta con la llegada al poder de Adolf Hitler.
Alemania liquidó el pago de las
reparaciones de guerra en 1983, pero todavía quedaba pendiente el abono de los
intereses generados desde la aprobación del tratado, que ascendían a 125
millones de euros (cambio de 2010). Dichos intereses no podían ser abonados
hasta que Alemania no estuviese reunificada, dándosele para ello 20 años a
partir de ese momento. Por aquellos días se creía que nunca iban a ser
abonados, pero, tras procederse a la reunificación del país, se fijó el 3 de octubre de 1990 como fecha de inicio de esos 20 años.
Finalmente, Alemania liquidó totalmente las
reparaciones de guerra el 3 de octubre de 2010.
Revolución rusa
El
término Revolución rusa (en ruso, Русская
революция, Rússkaya revoliútsiya) agrupa todos los sucesos que
condujeron al derrocamiento del régimen zarista imperial y a la instauración preparada de otro, leninista
republicano,
entre febrero y octubre de 1917, que llevó a la creación de la República
Socialista Federativa Soviética de Rusia. El zar se vio obligado a abdicar y
el antiguo régimen fue sustituido por un Gobierno Provisional tras la primera Revolución de Febrero de 1917 (marzo en el calendario gregoriano, pues el calendario juliano estaba en uso en Rusia en
ese momento). En la posterior Revolución de Octubre, el Gobierno Provisional fue
eliminado y reemplazado con un gobierno bolchevique de tendencia comunista conocido
como el Sovnarkom.
La Revolución de Febrero se focalizó, originalmente,
en torno a Petrogrado (hoy San Petersburgo). En el caos, los miembros del parlamento imperial o Duma asumieron el control del
país, formando el Gobierno provisional ruso. La dirección del ejército sentía
que no tenían los medios para reprimir la revolución y Nicolás II, el último emperador de Rusia,
abdicó. Los sóviets (consejos de trabajadores), que fueron dirigidos por facciones
socialistas más radicales, en un principio permitieron al gobierno provisional
gobernar, pero insistieron en una prerrogativa para influir en el gobierno y
controlar diversas milicias. La revolución de febrero se llevó a cabo en el
contexto de los duros reveses militares sufridos durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918),3
que dejó a gran parte del ejército ruso en un estado de motín.
A
partir de entonces se produjo un período de poder dual,
durante el cual el Gobierno provisional ruso tenía el poder del Estado,
mientras que la red nacional de sóviets (consejos), liderados por
los socialistas y siendo el Sóviet de Petrogrado el más importante, tenía la
lealtad de las clases bajas y la izquierda política. Durante este período caótico
hubo motines frecuentes, protestas y muchas huelgas. Cuando el Gobierno
Provisional decidió continuar la guerra con Alemania, los bolcheviques y otras facciones socialistas hicieron campaña para detener el
conflicto. Los bolcheviques pusieron a milicias obreras bajo su control y los
convirtieron en la Guardia Roja (más tarde, el Ejército Rojo) sobre las que ejercían un control sustancial.
En
la Revolución de Octubre (noviembre en el calendario
gregoriano), el Partido bolchevique, dirigido por Vladímir Lenin, y los trabajadores y soldados de Petrogrado, derrocaron al gobierno
provisional, formándose el gobierno del Sovnarkom. Los bolcheviques se nombraron a sí mismos líderes
de varios ministerios del gobierno y tomaron el control del campo, creando
la Checa,
organización de inteligencia política y militar para aplastar cualquier tipo de
disidencia. Para poner fin a la participación de Rusia en la Primera Guerra
Mundial, los líderes bolcheviques firmaron el Tratado de Brest-Litovsk con Alemania en marzo de
1918.
El crac del 1929
El crac del 29 fue la más catastrófica caída del mercado de valores
en la historia de la bolsa en Estados Unidos,
tomando en cuenta el alcance global y la larga duración de sus secuelas y que
dio lugar a la crisis de 1929 también conocida como la Gran Depresión.
Se suelen usar las siguientes tres frases para describir este derrumbe de las
acciones: Jueves Negro,
Lunes Negro y Martes Negro. Todas ellas son apropiadas, dado que el crac no fue
un hecho de un solo día. La caída inicial ocurrió el Jueves Negro (24 de
octubre de 1929),
pero fue el catastrófico deterioro del Lunes Negro y el Martes Negro (28 y 29
de octubre de 1929) el que precipitó la
expansión del pánico y el comienzo de consecuencias sin precedentes y a largo
plazo para los Estados Unidos.
Las
caídas continuaron durante un mes. Los economistas e historiadores no están de
acuerdo en qué rol desempeñó el crash en los eventos económicos,
sociales y políticos posteriores. En Norteamérica, el crash coincidió
con el comienzo de la Gran Depresión,
un periodo de declive económico en las naciones industrializadas, y llevó al
establecimiento de reformas financieras y nuevas regulaciones que se
convirtieron en un punto de referencia.
En
el momento del crash, la ciudad de Nueva York había
crecido hasta convertirse en la mayor metrópolis de Estados Unidos y
en su distrito de Wall Street eran
muchos los que creyeron que el mercado podía sostener niveles altos de precio.
Poco antes, Irving Fisher había
proclamado: "Los precios de las acciones han alcanzado lo que parece ser
una meseta alta permanente”. La euforia y las ganancias financieras de la gran
tendencia de mercado fueron hechas pedazos el Jueves Negro, cuando el valor de
las acciones en la Bolsa de Nueva York se desplomó. Los precios de las acciones
cayeron ese día y continuaron cayendo a una tasa sin precedentes durante un mes
entero. 100 000 trabajadores estadounidenses perdieron su empleo en un
periodo de tres días.
Comentarios
Publicar un comentario